En momentos desafortunados muchos queremos enviar una carta a Dios.
Yo encontré apropiada y oportuna esta carta de Mary Medellín; porque deja de lado el conocido pliego de pedidos, para convertirse en un tierno ofertorio de promesas.
Carta a Dios
Un día de estos le voy a hacer una carta a Dios, prometo que esta vez no será para quejarme; esta vez le voy a dar una bofetada al pesimismo y voy a darle un abrazo a la ilusión. Voy a soñar con más amaneceres y sepultar las tardes negras en algún lugar.
Esta vez no pediré belleza o dinero; me he cansado ya de lo superflúo y lo barato del dinero rasgó un poco mi humildad.
Un día cualquiera seré yo mi propio destino, mandaré a la basura lo que dañe al corazón. Le voy a leer un cuento a la razón y dibujaré una sonrisa en la rutina que me sobra.
Esta vez ya no habrá días rotos ni tardes perdidas; ya no más soledades ni nostalgia en la pupila. Tal vez hasta olvide el pasado guardado en ese cajón que no he vuelto a abrir. O seque las lagrimas en la carta del adiós. Voy a cantarle una canción a la tristeza, enamorarme del sonido del viento y embriagarme con los colores de una flor.
Un día de estos mi fé volverá a alzarse entre un absurdo de incongruencias, aniquilaré mis dudas y me abrazaré de la esperanza que me obliga a Ti.
Prometo que esta vez no habrá más lagrimas en el andén. Ni pinceladas de amargura en la maleta, ni recuerdos de un futuro que no es.
Prometo que armaré una revolución interna para acabar con mis fantasmas, y la bandera de mis sueños va hondearse victoriosa entre los cadaveres de una absurda realidad.
Prometo que pensaré más y hablaré menos. Ya no voy a jugar el jueguito de dimes y diretes, me quedaré callada cuando deba, lastimaré menos y amaré más.
Un día de estos le perdonaré a mis miedos toda la miseria que a mi trajeron y los dejaré ir para construir un nuevo principio. Ya no voy a esperar una llamada y séré yo quien llame. Ya no voy a esperar una sonrisa y la voy a brindar aunque nada a cambio reciba.
Un día cualquiera me exigiré más como estudiante, la escuela no será un capricho de papá sino una meta para mi. Prometo sacarle punta al lápiz, prometo que esta vez no sobrarán hojas en mi cuaderno y mi libro ya no olerá a nuevo jamás.Me sacudiré la pereza, no vomitaré más conocimientos memorizados, ni le robaré la memoria al de a lado.
Un día cualquiera esta hoja dejará de ser un tratado más y tal vez ese día mi vida habrá valido la pena.
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