Con el mentón caído sobre la mano ruda, el Pensador se acuerda que es carne de la huesa, carne fatal, delante del destino desnuda, carne que odia la muerte, y tembló de belleza.Y tembló de amor, toda su primavera ardiente, ahora, al otoño, anégase de verdad y tristeza.
El "de morir tenemos" pasa sobre su frente, en todo agudo bronce, cuando la noche empieza.Y en la angustia, sus músculos se hienden, sufridores cada surco en la carne se llena de terrores, Se hiende, como la hoja de otoño, al Señor fuerte que le llama en los bronces... Y no hay árbol torcido de sol en la llanura, ni leòn de flanco herido, crispados como este hombre que medita en la muerte.
Poema de Gabriela Mistral
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